Apenas transcurridos 10 años desde su asentamiento en suelo italiano, invasiones galos guiados por un jefe de tribu llamado Brennus atacaron Roma. Según el historiador romano Tito Livio, los romanos fueron presa del pánico ante la irrupción de una horda brutal y vociferante: al oir el grito de guerra de los temibles guerreros celtas, los romanos emprendieron la huida antes incluso de que sus adversarios llegasen a la ciudad. Los galos exigieron un rescate en oro a cambio de la liberación de Roma; en el momento de la transacción, Brennus exclamó ente los romanos: Vae victis! (Ay de los vencidos).
Sin embargo, no cabe considerar aquellos movimientos como una colonización masiva: las hordas Galas no eran bastante numerosas. Su paso por Grecia y Turquía a pesar del sobresalto que causo a sus contemporáneo, dejó escasa huellas arqueológicas En algunas regiones, los Celtas se mezclaron muy pronto con las distintas poblaciones autóctonas la fusión dio origen a los “celtiberon” en España, a los “Celtoligures” en Provenza y a los “Escordiscos” en la región de Belgrado.
De aquel periodo de migraciones de los siglos IV y III datan objetos más característicos del arte celta: cascos de oro o espadas adornadas con dragones afrontados y motivos curvilineos entrelazados, brazaletes y torques de bronce u oro de una peculiar y exuberante plástica, en la que se readaptaron y estilizaron con gran originalidad las influencias mediterráneas.
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